jueves, 10 de septiembre de 2009

ARGENTINOS EN CATALUÑA


A FONDO / Ese uno por ciento de la población
por LAZARO COVADLO
para diario EL MUNDO


Vienen de muy diversos lugares de su lejana Argentina natal. Se dedican a las profesiones más variopintas.Viven en diferentes rincones de Cataluña. Son ya el 1% de la población catalana. Se calcula que unos 60.000 argentinos residen actualmente en Cataluña. La mayoría entiende y habla el catalán.Se han adaptado. Tanto que, incluso, se han convertido en un auténtico lobby cultural, pues muchos de ellos se dedican a la literatura. Algunos se instalaron en Cataluña en los años 70.Otros llegaron hace poco tiempo, cuando el carralito les expulsó de un país que había llegado a ser de los más ricos del mundo en aquellas primeras décadas del siglo pasado. Esta es la radiografía de la Argentina catalana.
BARCELONA.- Un chiste de moda refiere que una mujer está haciendo el amor con un argentino y en el instante del éxtasis exclama: «¡Dios mío!»; el compañero de cama responde: «En la intimidad podés llamarme Carlitos». Ciertamente, existe un tópico que pinta a los argentinos como pedantes, fanfarrones y sabelotodos.

Laura d'Alessio no parece dispuesta a contradecir el estereotipo: tiene 29 años, ha llegado a finales de la pasada década y reside en Tarragona; es madre de dos niñas y posee el título de ingeniero de comunicación. Recientemente ha montado una empresa de informática.Le gusta bromear con lo que llama «la argentinización de Cataluña»: «Primero fueron los dentistas, inmediatamente llegaron los psicoanalistas, después vino la invasión de hormigas argentinas: ¡Indestructibles! A renglón seguido la plaga de cotorras... ¿No es verdad que son graciosas? ¡Y no hablemos de los jugadores de fútbol!: Hace años Maradona, después Saviola, ahora Messi. Por último el dulce de leche, puro sabor argentino. Los colonizaremos... ¡reíte de la invasión de los ultracuerpos, che!». Bromas aparte, es verídico que hay alrededor de 800 dentistas argentinos en Cataluña. Psicoanalistas, no se sabe exactamente cuántos, pero se habla de más de mil, entre lacanianos y otros.

En el consulado (que comparte edificio con esta redacción) están empadronados unos 35.000, aunque se calcula que son más de 60.000 los que viven y trabajan en las diversas localidades catalanas.Hay quienes, teniendo en cuenta a los que no se han inscrito en el consulado o a los que gozan de doble nacionalidad -al compartir la argentina con la española o con la de cualquier otro estado comunitario-, mencionan la cifra de 80.000. «¿Viste?, flaco, ¡representamos más del 1% de la población de Cataluña!, podríamos sacar un diputado... o algo», comenta Carlos Tejar con el típico acento y los modismos de barrio popular de Buenos Aires.

Lo cierto es que los argentinos de Cataluña constituyen un variopinto paisaje humano, están representados en casi todas las profesiones y situados en múltiples esferas y ambientes, en los que se encuentran desde el crack del Barça, el rosarino Lionel Messi, hasta el mencionado Carlos Tejar, del porteño barrio de Villa Devoto.Tejar tiene 34 años y tiene novia catalana, trabaja como operario en una empresa de construcción de Girona y se vino en 2001, cuando el corralito, que así se dio en llamar la debacle económica que hizo conocer la miseria a una tercera parte de la población argentina.Y es que las sucesivas crisis, económicas o políticas que periódicamente sacuden a la República Argentina son comparables a los zarandeos con que es tratado un árbol repleto de frutos maduros, los que comienzan a caer por efecto de la vibración.

Exilio económico y político

La crisis del corralito fue el último de los zarandeos. Se lo llamó así por un decreto del Gobierno de De la Rúa que incautó los depósitos bancarios de los ahorristas, una medida sin precedentes en las sociedades capitalistas modernas: el dinero de los depositantes quedaba «retenido» en un obligado corral y ellos no podían disponer de su legítimo patrimonio. Desgraciadamente, lo que había sido una nación de futuro en pocos días se convirtió en un estado de latrocinio. Los argentinos, pese a todo, no acabaron de perder el humor, como lo demostró una doctora antes de emigrar con su familia: «Nosotros, como gran parte de la alicaída clase media, estamos atrapados en el corralito. Pero estamos viendo una luz al final del camino, y está en Ezeiza [el aeropuerto internacional de Buenos Aires]». Fue a finales de 2001, y muchos de los que salieron entonces eran españoles que décadas antes habían emigrado a ese país, como un gallego que en los años 60 del pasado siglo acudió a buscar futuro a la Argentina y acabó volviendo a su tierra de origen. «Empezó a faltar el trabajo y tuve que cerrar el taller. Fui allí de joven buscando un paraíso que se ha convertido en un infierno. Ahora busco el paraíso en mi Galicia natal», explicó con su acento argentino, adquirido después de medio siglo de residencia en la provincia de Santa Fe.

El del corralito fue un exilio económico, pero antes de esa sacudida hubo otras y, consecuentemente, se produjeron otras oleadas emigratorias, como la que se inició en el año 1976, con el advenimiento de la dictatorial Junta Militar presidida por el general Jorge Rafael Videla, tildado de genocida, que produjo un hervidero de exiliados políticos, muchos de ellos artistas e intelectuales que salieron disparados con el saludable propósito de salvar el pellejo. Y es que el siglo XX fue pródigo en exilios, y si las dictaduras fascistas del período de entreguerras y el régimen de Franco produjeron importantes diásporas políticas, los regímenes autoritarios del Cono Sur de América repitieron la historia expulsando del suelo patrio porciones considerables de su población al destierro europeo.

Además del genocidio humano hubo otro cultural, como denunció en su día el gran escritor Julio Cortázar, quien afirmó que la dictadura había decretado la muerte de la cultura en el interior de Argentina. O como dijo también el poeta Alberto Szpumberg, que se refugio en Barcelona en aquel período sangriento y ahora alterna sus estadías entre la ciudad que lo acogió y Buenos Aires, su ciudad natal: «El exilio hizo del genocidio cultural un arma de lucha que señalaba más que el hecho efectivo de la muerte de la cultura argentina dentro de las fronteras, la voluntad del régimen de acabar con toda disidencia cultural y transformar a los intelectuales y artistas en subversivos culturales». Para Argentina, la fuga de sus ciudadanos más lúcidos y preparados significó un drenaje del material humano indispensable para la ejecución de cualquier proyecto de desarrollo.

Pero no todos los exiliados de la década de los setenta lo fueron por la dictadura de Videla y los generales. Ya antes, merced al terrorismo fascista del tristemente célebre López Rega, con gran ascendiente sobre la viuda de Perón -a la sazón presidenta de la República-, la situación se había hecho insostenible para los opositores. «Que quede bien claro que yo me exilié antes de Videla; yo tuve que escabullirme de la mafia del Brujo [apodo de López Rega], porque debe saberse que la represión empezó bastante antes de lo que se cree», dice Horacio Vázquez-Rial, escritor de renombre, con prestigiosos premios literarios en su haber, que llegó a Barcelona a finales de 1974, un año antes del golpe de estado. El autor de Soldado de porcelana, Frontera sur, Las dos muertes de Carlos Gardel, y otros muchos libros, desde su llegada, además de escribir y publicar, ha tenido tiempo de licenciarse y seguidamente doctorarse en Geografía e Historia.

Claro está que Barcelona ha sido, después de París, la ciudad predilecta de los escritores hispanoamericanos. Si nos centramos en los argentinos habrá que recordar que Julio Cortázar la visitaba asiduamente. Aquí vivieron y murieron Osvaldo Lamborghini y el poeta Luis Luchi, que fuera llamado El poeta de Parque Chás (un barrio popular de Buenos Aires), mientras que Lamborghini es tenido por escritor de culto, con reconocida influencia sobre narradores posteriores como César Aira (su albacea) y Ricardo Piglia. Otro escritor, y pensador estructuralista, que vivió y murió en Barcelona, fue Oscar Masotta (1930-1979), hoy mito de los psicoanalistas seguidores de la Escuela de Lacan.

En Barcelona residen autores como Antonio Tello, narrador y poeta (El hijo del arquitecto; Sílabas de arena) y Dante Bertini, que obtuvo el premio La sonrisa vertical del año 1993 con la novela El hombre de sus sueños. Tello y Bertini pertenecen a la oleada de exiliados de la Dictadura Militar y ambos son miembros de la Junta Directiva de la ACEC (Associació Col.legial d' Escriptors de Catalunya), entidad en la que figuran muchos otros narradores, poetas, traductores y ensayistas argentinos. Es de rigor mencionar a Osías Stutman, Carlos Vitale, Daniel Alcoba, Enrique Lynch (ensayista y profesor de estética en la Universidad de Barcelona), Ricardo Alcántara, Matías Néspolo (poeta y periodista literario, autor de Antología seca de Green Hills), Ana María Becciu, Gabriel Barnes, Eduardo Hojman, Nora Catelli, Teresa Martín Tafarell, Mario Satz, Edgardo Dobry Neus Aguado o Lázaro Covadlo.

Hay también literatos argentinos que viven fuera de Barcelona, como el poeta Federico Gorbea, que reside en Girona, mientras que la novelista Flavia Company, que escribe sus cuentos y novelas tanto en catalán como castellano, pasa la mayor parte del tiempo en Sant Carles de la Ràpita. Hija de catalanes radicados en Argentina, Company llegó a Catalunya a los diez años, junto con sus familiares.

Un poeta argentino muy singular es Eduardo Mazo, más conocido como el poeta de Las Ramblas debido, precisamente, a que vende sus libros en Las Ramblas. Mazo, a quien no le interesa vehículizar su obra por medio de editoriales y librerías, hace años que se instaló en la calle. Tal vez sea uno de los pocos poetas que se gana la vida con sus versos. En las Ramblas de Barcelona también se ganan la vida las originales estatuas humanas. Entre estos curiosos personajes hay más de tres argentinos. Lo dicho: abarcan casi todos los rubros.



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Artistas, músicos y cantautores
BARCELONA.- Argentina siempre contó con abundancia de buenos dibujantes e ilustradores. Horacio Altuna, desde hace muchos años vecino de Sitges, es uno de ellos. El dibujante de Las puertitas del señor López actualmente dibuja tiras diarias en El Periódico de Catalunya. Por otro lado, en Lleida vive, trabaja y coloca sus caricaturas en el diario El Segre Armengol Tolsa, que firma Ermengol, mientras que en el universo de la publicidad destaca el ilustrador Miguel Garigliano. Las prestaciones de este creativo y director de arte, de gran talento, se las disputan varias agencias de publicidad, entre las que figuran Mc Cann Ericson; Ogilvi & Mather, y Tiempo bbdo. Garigliano ha dirigido y escenografiado spots publicitarios televisivos de Nestlé, la Toja y otras marcas.

El mundo del espectáculo tampoco está falto de argentinos. Algunos muy singulares, como el célebre transformista Angel Pavlovsky (La Diva), cuyo espectáculo, Orgullosamente humilde, estuvo seis años en cartel. Otro creador notable, aunque algo menos famoso, es Sergio Danti y Mira (sobrino nieto del doctor Mira y López). Danti, fundador en Barcelona de la empresa de espectáculos Fila 7, es hombre de variopintas maestrías: En tiempos pasados fue representante de actores, pero en la actualidad ejerce como humorista, actor y guionista de televisión; además de escritor, músico y cantautor.

Claro que si hablamos de cantautores es obligado mencionar a Sergio Makaroff, que llegó a Barcelona en 1978, al que los aficionados a las etiquetas encuentran que resulta demasiado rockero para ser considerado un cantautor y demasiado cantautor para entrar en la categoría de rockero. Cuando editó Un hombre feo la crítica lo ensalzó: «En este disco hay cumbia, rap, tango, rock, milonga, ranchera...»

Como quiera que sea, inevitablemente habrá que ir a parar al mítico Gato Pérez, otro grande llegado de Argentina, que vivió y murió en Cataluña, se embebió de cultura gitana y revolucionó el mundillo musical de la Ciudad Condal. ¿Quién, en el mundo de la Salsa no se acuerda de Javier Patricio Pérez más tarde renombrado como Gato Pérez, nacido en Buenos Aires en 1951 y llegado a Barcelona en 1966? A principios de los setenta el Gato forma su primer grupo musical, el Slobo. Tras formar parte de varios grupos musicales con los que tocó en Zeleste, Gato descubrió la fórmula. Fue en agosto de 1977, y el deslumbramiento ocurrió en las fiestas de Gràcia, donde tocaban los famosos gitanos del barrio. Desde ese momento el autor de El ventilador, Gitanitos y morenos y Todos los gatos son pardos quedó atrapado por la Rumba Catalana. El hecho cierto es que para Gato fue amor a primera vista y la hizo suya. Con la rumba, Gato por fin encuentra la música perfecta para esas letras increíbles que llegó a componer.Seguiría fiel al género hasta el fin de sus días, en 1990, en Caldes de Montbui.

Los argentinos residentes en Cataluña se desempeñan en casi todas las profesiones y oficios. Además de los tan conspicuos artistas, psicoanalistas y odontólogos, hay mecánicos, camareros, cocineros, empresarios, dueños de restaurantes típicos, artesanos, profesores de idiomas, secretarias, publicistas, médicos, enólogos, astrólogos, agentes inmobiliarios y un largo etcétera. De ellos más de un 60% entienden y hablan catalán. Por haber, hay hasta ex guerrilleros.Es el caso de Mario Firmenich (Buenos Aires, 1948) fundador de la organización armada Montoneros, quien participó en el secuestro y posterior asesinato del ex dictador Pedro Eugenio Aramburu, al que Montoneros sometió a lo que llamó un «juicio popular».Más tarde Firmenich lideró la organización subversiva y se lo consideró como representante del ala más militarista del grupo.Licenciado en Economía en la Universidad de Buenos Aires, posteriormente marchó a Barcelona, donde se doctoró en 1999 bajo la tutela del premio Nobel de Economía Joseph Stiglitz, desempeñándose como profesor asociado en el Departamento de Teoría Económica de la UB. Actualmente reside con su familia en Vilanova i la Geltrú, y es profesor del Departamento de Economía de la URV.

Una vez más: en Cataluña los argentinos son de lo más diversos, están en todas partes y hacen de todo.

ilustra: el alcalde de Barcelona, foto extraída de la web.