jueves, 1 de marzo de 2007

hambres y apetitos

La Argentina es el segundo país del mundo con la mayor tasa de consumo de anorexígenos en el mundo. Por delante, sólo se ubica Brasil. El dato figura en el informe anual 2006 de la Junta Internacional de Fiscalización de Estupefacientes (JIFE) -que es el ente encargado de vigilar la aplicación de los tratados de la Organización de las Naciones Unidas (ONU) para la fiscalización de drogas-, que ayer fue dado a conocer en todo el mundo. Los anorexígenos son estimulantes que suprimen el apetito o la sensación de hambre, y se utilizan contra la obesidad. Según el informe, su consumo puede crear dependencia y, como estimulan el sistema nervioso central, su uso indiscriminado puede producir graves efectos nocivos. "En nuestro país hay un consumo abusivo de anorexígenos por negligencia, desesperación y desinformación. Y, además, lamentablemente, la mezcla de anorexígenos con ansiolíticos [tranquilizantes], laxantes o diuréticos es muy común", informó a LA NACION Raquel Méndez, jefa del Departamento de Psicotrópicos y Estupefacientes de la Administración Nacional de Medicamentos y Tecnología Médica (Anmat), que presentó el informe de la JIFE junto a José Ramón Granero, titular de la Secretaría de Programación para la Prevención de la Drogadicción y Lucha contra el Narcotráfico (Sedronar), y Carola Lew, coordinadora regional de Proyectos del Cono Sur de la ONU. Según el informe, el 1,18 por ciento de los argentinos consume a diario anorexígenos, lo que equivale a unas 400.000 personas. "La sobredosis de estos estimulantes podría resultar muy peligrosa y derivar en estados de pánico, depresión respiratoria, convulsiones, coma y muerte. He aquí por qué esas drogas tiene que ser recetadas por un médico que haya estudiado minuciosamente los riesgos y los beneficios para el paciente", advierte el informe, que recomienda a la autoridades gubernamentales competentes estudiar la posibilidad de establecer medidas de control más estrictas respecto de la formulación y prescripción de preparados médicos que contengan estas sustancias. "En épocas previas al verano, hay una marcada tendencia en el consumo de anorexígenos, que la gente mezcla con ansiolíticos, porque unos quitan el hambre y los otros disminuyen la ansiedad", agregó Méndez, para quien la sociedad argentina "es una sociedad de consumo muy marcada, con un deber ser y un deber parecer muy fuerte, que debería revertirse". Granero, en tanto, indicó que en 2001 y en 2002, a raíz de la crisis, el consumo de psicotrópicos de todo tipo aumentó muchísimo y, si bien a partir de 2003 hubo un descenso considerable en el consumo de éstas sustancias, actualmente representan la cuarta droga más consumida en el país. "En el escalafón de consumo de drogas primero está el alcohol, luego el tabaco, después la marihuana y en cuarto lugar los psicotrópicos. Y dentro de éstos, primero vienen los tranquilizantes y luego los estimulantes", precisó Granero, y recordó que en mayo de 2006 la JIFE había realizado en el país una auditoría porque estaba preocupada por la gran cantidad de psicotrópicos que se vendían en la Argentina sin receta.
Uso indebido de remedios
En su informe, la JIFE informa que los casos mortales de sobredosis de medicamentos de venta con receta en el mundo están aumentando, y advierte que el uso indebido y el tráfico de ese tipo de medicamentos habrá de superar el del abuso de drogas ilícitas. Es más, según la JIFE, en algunos países, como Estados Unidos, el abuso de medicamentos de venta con receta ya ha sobrepasado el de las drogas ilícitas tradicionales como la heroína y la cocaína. Por otra parte, sostiene que viene a agravar el citado riesgo "la tendencia de los consumidores de drogas a crear sus propias formulaciones". Y más adelante, agrega que el creciente uso de Internet como mercado de drogas a escala mundial ha contribuido aún más a la propagación del abuso de medicamentos.
Por Adriana M. Riva De la Redacción de LA NACION

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