sábado, 10 de noviembre de 2007

EL VIDEO DEL METRO

Me refiero, sí, al video de la agresión de un energúmeno urbano a una joven ecuatoriana en el metro de Barcelona, que, para incomodidad de nuestras agencias de publicidad institucional, ha dado la vuelta al mundo. Y no aludiré tanto a la evidente significación de sus imágenes, cuanto a algunas de las reacciones y comentarios que su difusión ha suscitado.
Ante todo: en la Catalunya modelo de multiculturalidad y en la ciudad que –sobradamente cubiertas sus necesidades en materia de educación, sanidad, asistencia social, seguridad ciudadana y transportes- tantos recursos millonarios se dedicaron al Forum de las Culturas, ¿pasan esas cosas? Pues parece ser que sí, que han pasado, pasan y que por desgracia van a seguir pasando. De ahí, por ejemplo, el comentario que Durán i Lleida dedicó al tema en el Avui del pasado domingo, en el que postulaba un mayor esfuerzo en la política de integración de los inmigrantes… Como el líder de Unió merece y recibe sinceramente todos mis respetos, leí y releí su artículo en la duda de haberlo comprendido. ¿Qué tiene que ver la buena o mala integración de la joven ecuatoriana del metro con la patada en la cara que le propinó su agresor por el imperdonable delito de desplazarse en metro con rasgos de centroamericana? La reflexión que suscita incidente tan significativo, ¿cómo es posible desplazarla de la identificación sociocultural y política del agresor a la del agredido? ¿O se refiere el político a la necesidad de integrar en una sociedad civilizada –no a la ecuatoriana, que ya parece estarlo- sino a ese joven barcelonés, de nombre Jordi, y de paso a unos cuantos miles más como él?
Aunque con efectos retroactivos, recomiendo en cambio la lectura de la “Sabatina” de Gregorio Morán en La Vanguardia, en la que el escritor apostillaba las declaraciones de la juez por su decisión de no aplicar al agresor, pese a la tardía petición de la fiscalía y a las presiones políticas recibidas, prisión preventiva. Algo así como: incidentes como éste ocurren todos los días y la ley penal no los califica como delitos, sino como faltas que no implican prisión; en caso contrario, además, no daríamos al abasto, porque la capacidad de nuestras prisiones es limitada… Hace bien Morán al no entrar al trapo de una discusión jurídica en la que los argumentos de la juez son técnicamente correctos: en último extremo, en una agresión como la reflejada en el video, la clave final para la calificación de falta o de delito la tienen hoy por hoy los peritos médicos, con los que, por cierto, nunca se mete nadie. La reflexión de Morán apunta, creo, a otro tema del máximo interés: agresiones como ésa -señala Morán- ¿ahora resulta que son habituales? Si ello es así, tenemos un problema social, cultural y educacional muy grave, del que la prensa no informa –salvo que una mano oculta cuelgue oportunamente en Internet un video de escándalo-, problema que viene emitiendo desde hace años señales de alerta sobre la retórica de la política cultural, social y educativa de nuestros gobiernos.
José Luis Giménez- Frontín para El Mundo
Photo : Gottfried Heinlein

No hay comentarios: